Con las energías renovadas, empezaba un nuevo día en Holanda. Lo primero que hicimos fue bajar a desayunar, que lo teníamos incluido en el alojamiento. En el Meininger Hotel City West el desayuno no estaba mal, aunque tampoco era el mejor desayuno del universo; fiambre, cereales, frutas y cosas típicas así, aunque no había plancha y no pudimos hacer el tradicional desayuno ‘de hotel’ (huevos, beicon y cosas de esas :P)
Después de desayunar nos fuimos hacia Sloterdijk y, como íbamos a hacer varios recorridos en tren, optamos por comprar los billetes directamente en las ventanillas. Confirmando la tónica vivida en el día anterior, la chica que nos atendió era muy amable y nos ayudó mucho en escoger la mejor ruta para que estuviera todo optimizado; el trayecto Amsterdam Sloterdijk – Alkmaar, Alkmaar – Zaanse Schans, Zaanse Schans – Amsterdam Centraal no fue barato (más de 30 euros la pareja), pero ‘es lo que hay’: es un país caro.
Subimos al tren y, al ser de dos pisos había que ir o hacia abajo o hacia arriba… con cochecito, complicado; una vez más, falta de adaptación a colectivos con movilidad reducida; no obstante, en la zona de entrada y salida se puede estar también.
Tras unos 40 minutos en el tren disfrutando de unas bonitas vistas llegamos a Alkmaar, ciudad conocida por su antiquísimo mercado de quesos que se celebra todos los viernes de 10.00 a 12.30 entre abril y septiembre. Para llegar a la zona del mercado hay indicaciones; se encuentra a unos 15 minutos de la estación recorriendo las principales calles comerciales de la ciudad.
Waag – Casa de Pesaje |
En el Waagplein -la plaza donde se encuentra el mercado- se reproduce, desde hace cientos de años, este ‘espectáculo’ que enseña cómo operaban los mercaderes antiguamente; junto a esta plaza se encuentra la casa de pesaje (waag) que a su vez es oficina de turismo y museo del queso. Alrededor de la plaza hay paraditas para comprar queso y algunos canales que se pueden recorrer en pequeños tours.
Básculas |
Diferentes montones de quesos pendientes de pesar (no eran quesos iguales, aunque lo parezca) |
Medio de ‘transporte’ |
Estuvimos un rato en la plaza viendo lo que hacían estos ‘personajes’ (de hecho no deja de ser un espectáculo para el visitante) y descifrando un poco lo que hacen (coger los quesos de unas pilas, pesarlos y llevarlos a unos carros); a continuación nos dimos una vuelta por el centro histórico de la ciudad, bastante agradable para pasear.
Transportando queso |
Se iba acercando la hora de comer (pronto serían las 12.00 y ya empezábamos a ver gente comiendo) y teníamos que tomar la decisión de si nos íbamos a Zaanse Schans y comíamos allí o nos quedábamos a comer en Alkmaar. En principio la intención era irnos y comer allí, pero no teníamos claro que en la zona de los molinos fuéramos a encontrar algún lugar para comer… tras hacer un debate, una mesa redonda y valorar pros y contras, nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos para Zaanse Schans sin comer.
Desde Alkmaar es necesario hacer trasbordo para llegar a la estación de Koog-Zandijk, que es la que deja más cerca los famosos molinos. Lo primero que hicimos, nada más llegar, fue buscar un sitio para comer (ya eran pasadas las 13.00 y el encontrar un sitio en el que nos dieran de comer a esas horas se complicaba por momentos). Por suerte, justo al lado del primer molino que se ve al llegar encontramos un lugar de comida preparada; comimos muy bien en la terracita, con sus mesas de madera de colores alegres. La comida consistía en escoger entre un plato grande y uno pequeño y luego rellenarlo con alguna de las 3 variedades que tenían allí preparadas. Puedes leer más información en mi review de TripAdvisor, aquí.
El primer molino que se encuentra llegando desde la estación |
Tras la agradable sorpresa de la comida (con jarra de agua gratuita incluida, cosa de agradecer), nos dirigimos hacia la zona de los molinos de Zaanse Schans (obligatorio, foto en el puente!). Todo esto es considerado un museo al aire libre en el que apenas viven unas decenas de personas. Su principal atractivo son los diferentes molinos, aún en activo, que se pueden visitar durante el recorrido, entre los que se encuentran el molino de aceite, el de especias, el aserradero… La mayoría de ellos en su interior son tiendas y en muchos para entrar hay que pagar (nosotros entramos en uno que no, de los primeros).
La ‘obligatoria’ foto desde el puente |
También son visitables una fábrica de zuecos, una de queso, fabricantes de chocolate y algunos artesanos más.
Los molinos aún están en activo, tras más de 200 años. |
Es una zona bonita para pasear y si a ello le sumamos que hacía un día espléndido, pues aún mejor. Como es de esperar en un lugar así hay bastante gente y todo está enfocado al turista y a ver qué dinero se le puede sacar… como muestra, unos fotógrafos que hacían fotos en la entrada del recinto a todo el que llegaba en bus y luego las vendían como si de una atracción de Port Aventura fuese.
Es bonito perderse por la zona |
Como muchas de las cosas en este país, los molinos y las tiendas cierran temprano (a las 17.00 o antes), por lo que hay que tenerlo en cuenta si se quiere visitar el interior de algún molino; no obstante, el recinto es abierto y se puede visitar libremente.
La fábrica de zuecos |
Una vez nos recorrimos todo el recinto (o la mayoría de él), enfilamos de nuevo hacia la estación de tren para ir rumbo a Ámsterdam, donde en principio íbamos a ir a hacer el crucero en barco por los canales…
Cuando llegamos a Centraal Station, cogimos un tranvía que nos llevara hasta Leidseplein, que era el punto de partida del crucero que íbamos a hacer: Canal Cruises (Blue Boat Company). ¿Por qué escogimos esta compañía? Por lo que había leído por ahí era una de las que tenía las audioguías en castellano y porque en el hotel estaba bastante bien de precio (10€), cuando en taquilla valían 15. Creo que la mayoría de compañías que ofrecen estos tours deben ser similares.
Cuando conseguimos encontrar la zona de embarque, que está ubicado justo delante del Hard Rock Café, ya habían cerrado. Su horario diurno era hasta las 18.00 y nosotros llegamos casi una hora más tarde, así que nada… media vuelta y a buscar un sitio para cenar.
Tras pasear un poco por la zona, y algo cansados ya, acabamos cenando en una cervecería llamada De Brabantse Aap, en la que cenamos buena comida con un servicio mejorable. Review en Tripadvisor aquí.
Tras la cena, regresamos al hotel y a descansar, que lo necesitábamos todos!
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