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Escapada a Ámsterdam – Día 1

17 marzo, 2015 Por Oscar Espinosa Deja un comentario

Por fin llegó el día! Cuando comenzamos los preparativos todo esto se veía muy lejos… y nos íbamos!

Tocó madrugón para toda la familia (la pequeña la última e intentando que siguiera durmiendo en el coche, sin mucho éxito) para dirigirnos hacia el Párking de Larga Estancia del Aeropuerto de Barcelona, donde habíamos hecho una reserva para dejar el coche (35€ 5 días); fue el precio más competitivo que encontré. Después nos dirigimos hacia la terminal 2, desde donde salía nuestro vuelo con Transavia.
Ahí está nuestro vuelo!
Allí, un pequeño desayuno antes de pasar el puesto de control y empezaba la aventura para la pequeña; le estuvimos enseñando los aviones, diciéndole a cuál íbamos a subir… tenía curiosidad! El embarque en Barcelona fue fantástico; los azafatos y las azafatas muy amables, nos indicaron dónde debíamos dejar el cochecito y pudimos entrar antes al ir con niños (algo de agradecer).

Remarco ese tema del embarque porque a la vuelta fue… diferente.

Un mar de nubes…
Una vez en el avión, comenzó la odisea de que la pequeña se estuviera quieta; primero no quería el cinturón de seguridad, luego no quería subirse en ese avión, si no que quería ir al de al lado, que era rosa (de WizzAir)… Una vez en el aire, recurrimos al comodín de los dibujos guardados en el móvil, luego a mirar un rato por la ventana y otro ratillo a pintar; con eso conseguimos solventar el tema sin excesivos problemas. En ningún momento se asustó o tuvo inquietud alguna, qué bien.
Llegamos a nuestro destino y, tras un largo paseo del avión por las pistas de Schipol, desembarcamos y cogimos el cochecito, que nos esperaba en la puerta del avión; de ahí fuimos directos a coger el tren para dirigirnos hasta nuestro hotel. El aeropuerto es inmenso y tuvimos que caminar un buen rato antes de llegar a Schipol Plaza, que es una especie de centro comercial donde también se cogen los trenes; eran las 11 y algo y la enana ya acusaba el madrugón, así que se durmió en un momento; tras comprar los billetes hacia Sloterdijk y preguntar por qué vía salía, nos dirigimos a los andenes.
Los trenes no están adaptados a gente con dificultades de movilidad (ni cochecitos); había unos escalones considerables para entrar; no obstante, la amabilidad de los holandeses es muy grande y siempre están dispuestos a ayudar tanto a subir como a bajar.
Una vez en Sloterdijk (es la parada anterior a Centraal Station), y siguiendo las indicaciones que el hotel tenía en su web, nos dirigimos hacia el Meininger Hotel Amsterdam City West. Está a poco más de 3 minutos caminando desde la estación, pero hay que bajar escaleras… de nuevo, gracias a la amabilidad de un chico que ayudó a mi mujer a bajar todas las escaleras con la niña durmiendo pudimos llegar a la puerta del hotel sin excesivos problemas 😛
Realizamos el check-in con el personal del hotel, muy amables todos. Como la habitación no estaba lista, dejamos las bolsas en la consigna y seguimos su recomendación para comer: un restaurante al lado de la estación (GrandCafe Hermes). Se trata de un lugar muy agradable en el que puedes comer ‘sencillo’ y tomar algunas copas; comimos una hamburguesa para cada uno de los adultos y una ‘meatball’ (una especie de albóndiga gigante) para la niña; todo buenísimo. Mi review en Tripadvisor.
Tras nuestra primera comida en la ciudad, nos dirigimos hasta la parada de autobús, que está justo debajo de la estación de tren; pese a que el tren es más rápido decidimos utilizar el bus ya que el primero no permite la utilización de tarjetas de uno, dos o tres días, por lo que a la larga acaba saliendo más caro. El bus tarda en llegar al mismo sitio (Centraal Station) unos 15 minutos aproximadamente. El abono de transporte se puede comprar en el hotel o en el mismo autobús.
Llegamos a Centraal Station y dimos una vuelta por la estación; seguidamente fuimos a la Basílica de San Nicolás y, tras una vuelta por la misma, desfilamos hacia la plaza Dam por la calle Damrak. Bajando por esta calle ya nos llevamos una primera sorpresa: locales en los que solo venden patatas fritas?? 

Centraal Station – Detalle

Basílica de San Nicolás

Llegamos a la Plaza Dam, el centro neurálgico de Ámsterdam, donde paramos a descansar entre el bullicio de la gente; en esta plaza se encuentra el Palacio Real, que en su día fue el ayuntamiento más grande construido, la Nieuwe Kerk (Iglesia Nueva) y el museo de cera Madame Tussaud.

Palacio Real

No entramos a ninguno de los 3 edificios que comento porque los 3 son de pago; en el palacio real hay un museo, y la Iglesia Nueva parece ser que es un lugar de exposiciones (había una exposición de World Press Photo).

Al otro lado de la plaza se encuentra el Monumento Nacional, un obelisco construido en 1956 en memoria de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

Monumento Nacional, con el famoso Krasnapolsky detrás

Tras un pequeño descanso fuimos a Magna Plaza, que es un centro comercial justo detrás del Palacio Real (nuestro objetivo básico era ir al servicio :P). En su interior no deja de ser un centro comercial, pero antiguamente había sido la oficina de correos y es un edificio bonito, tanto por dentro como por fuera.

Magna Plaza

En este lugar fue donde vimos que en este país hay que pagar para ir al baño en prácticamente todos los lugares públicos… al final te acostumbras, pero la primera vez es algo chocante. Al menos normalmente te los encuentras en buenas condiciones.

Tras esta parada ‘técnica’, continuamos bajando por Kalverstraat, la principal calle comercial de la ciudad hasta que, sin darnos cuenta, llegamos a la Torre de la Moneda, que está justo al lado del canal Singel, que es donde se encuentra el Mercado de las Flores.

Torre de la Moneda
En un principio no estaba previsto visitar este lugar durante el día de hoy, pero aprovechando que estábamos ahí, lo recorrimos (el planning del viaje no debe ser estricto… :P). Es curioso de ver, pero casi se ven más bulbos que flores propiamente dichas; las paradas están sobre el canal, supongo que para no invadir toda la calle (en la que, por cierto, y no lo sabíamos, también se encuentra la casa más estrecha según el libro Guiness, en el número 7. En realidad es la que tiene la fachada más estrecha porque se trata de la parte de atrás de una casa).
Qué ver en el mercado de las flores?

Pues bulbos

Tras este paseo, estuvimos callejeando, aprovechando para buscar un súper y poder comprar agua a precios razonables y algo de fruta para comer algo sano en los momentos en que nos picara el gusanillo.
Ya eran las 7 de la tarde, se acercaba la hora de cenar (o ya lo era!), así que decidimos irnos hacia el hotel y cenar por allí, decisión que finalmente cambiamos. Tras dar bastantes vueltas por el centro y ver que todo era más o menos lo mismo (decidimos cenar pizza), acabamos entrando en un restaurante llamado Ava Thomas, en una de las calles del centro (aquí mi review en TripAdvisor). Hay multitud de restaurantes italianos y argentinos, normalmente juntos, y normalmente los dueños no son ni italianos ni argentinos (al que fuimos eran turcos, creo). La cena fue normalita.

Tras cenar, pillamos el tranvía hasta la parada del bus (solo eran dos paradas, pero el cansancio hacía mella), y luego, el autobús hasta el hotel…

Tocaba descansar, que el día había sido largo!

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Publicado en: Amsterdam, Destinos, Holanda Etiquetado como: Ámsterdam, viaje

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