Le teníamos ganas a Burdeos. Tras el buen sabor de boca que nos dejó ya hace algún tiempo Toulouse, conocer la ciudad del vino nos apetecía mucho… además, tenemos amigos y amigas que nos habían hablado maravillas, así que durante nuestro roadtrip hasta Normandía y después de visitar la Duna du Pilat decidimos dedicarle dos días a esta ciudad de tamaño medio.
Llegamos a medio día a nuestro alojamiento y, tras un pequeño malentendido horario de la propietaria (no son muy dados a hablar inglés… y nosotros no sabemos francés), descargamos los trastos y nos fuimos a comer por la zona (cerca de la Place Gambetta).
Después de comer nos dirigimos al centro dando un paseo… pasamos por la Porte Dijoux y, aún sin saberlo, pasamos por una de las principal calles comerciales de la ciudad. Nuestro objetivo, como siempre que llegamos a un lugar era la oficina de turismo. En esta ocasión, además de que nos orientaran un poco, íbamos a recoger un pase de 48 horas para visitar la ciudad: El Bordeaux Métropole Citypass.
Tras recogerlo, nuestra primera opción fue hacer una visita general con el bus panorámico VisioTour. Mientras esperamos la hora de comienzo estuvimos conociendo un poco la zona en la que nos encontrábamos: el Grand-Théâtre de Bordeaux, la Place de la Bourse y, como no, una primera toma de contacto con el fantástico Le Miroir d’Eau (El espejo de agua).
Justo delante de donde salía el bus había un carrusel… y como era de esperar, los peques insistieron en subir (no opusimos demasiada resistencia, la verdad). Pensamos que era algo pintoresco y que ‘por una vez…’. Con los días nos dimos cuentas que en todos los pueblos y ciudades por las que estuvimos había, como mínimo un tiovivo / carrusel… (sí, terrorífico!).
Tras una interesante visita con el autobús en la que los peques iban encantados por ir en un autobús descapotable y por poder llevar auriculares (duración: una hora y media aproximadamente)…
Comenzamos nuestro segundo día en la Catedral de Bordeaux. Justo a su lado está la Tour Pey Berland donde subimos los 230 escalones y donde pudimos tener una excelente panorámica de la ciudad. Fuimos callejeando hasta la Grasse Cloche y la vimos por fuera; nos quedamos sin entrar porque solo hacían visitas para grupos y teníamos que esperar mucho rato…
Ya por la tarde nos dirigimos en tranvía hasta el Museo del Vino. Un edificio muy curioso y del que pudimos conocer la entrada. Dicen de él que es muy interesante, y realmente así lo parece… sin embargo, no disponíamos de tiempo para conocerlo y estaban a punto de cerrar. Nuestra intención era volver desde ahí en uno de los barcos que hacen de transporte público (Bat3) hasta la zona del espejo de agua, pero nos quedamos totalmente chafados (y los peques enfadados) cuando llegamos al embarcadero 15 minutos después de que saliera el último barco del día. Muy curioso también el puente levadizo Jacques-Chaban-Delmas que se encuentra al lado del museo y que, desde su inauguración se ha convertido en otro de los símbolos de la ciudad.
Volvimos al centro otra vez en tranvía y paramos para conocer la grandísima Place des Quinconces, una inmensa plaza de 126.000 m2, la plaza más grande de Europa. Es una explanada enorme que ahora se utiliza para eventos de la ciudad y que, en la parte que da a la ciudad tiene el Monumento a los girondinos flanqueado por dos fuentes con caballos a los lados que representan la ignorancia, la mentira y el vicio.
De ahí nos dirigimos al también inmenso Jardin Public, donde los peques pudieron jugar en un fantástico parque infantil. Luego volvimos al espejo de agua, donde los peques se mojaron un poco los pies y nos fuimos a cenar una de las cosas más típicas de Francia: Gallettes. Recomendados por TripAdvisor, acabamos en un lugar muy cercano a la zona donde estábamos, en un lugar llamado Nom d’une Crepe.
Para acabar nuestra visita a la ciudad, hicimos algunas fotos nocturnas a la plaza de la bolsa y nos dirigimos a descansar.
Todas las visitas que hicimos durante nuestra estancia en la ciudad así como todos los desplazamientos en transporte público lo hicimos con la tarjeta que os comentaba antes: La Bordeaux City Pass de 48 horas (también existe en formato 24 y 72 horas). En ella se incluye acceso gratuito a la mayoría de atractivos turísticos de la ciudad y acceso ilimitado al transporte público (incluyendo bus, tranvía y barcos). Podéis haceros con ella aquí.
www.lasonrisadespeinada.com dice
Interesante. Me preguntaba si sería buen destino para ir con peques, ahora que he visto ofertas de avión. Gracias por el post 🙂
Oscar Espinosa dice
Es una ciudad de tamaño medio fácil de gestionar y por la que moverse… Para una escapada es una buena opción.
Si tienes dudas y te puedo ayudar, aquí estamos!