Comenzaba nuestro tercer día en la isla y, tal y como nos había comentado el camarero del restaurante donde nos comimos la deliciosa caldereta en Fornells, aún había para algún día más de mal tiempo… tocaba pues, otro día ‘cultural’.
Tras el desayuno, cogimos los bártulos y nos dirigimos hacia Torre d’en Galmés, un poblado talayótico.
Desde el poblado se tienen unas vistas espectaculares |
Este yacimiento arqueológico es uno de los más grandes que hay en las Islas Baleares y está situado entre Alaior y Son Bou. Se encuentra en lo alto de una colina desde la que se ve toda la parte sur de la isla y, si hace buen tiempo, incluso se pueden ver las montañas de Mallorca.
Se trata de un lugar arqueológico muy importante en el que hay documentadas más de 20 viviendas, salas hipóstilas, sistema de recogida de aguas pluviales y tres talayotes.
Estuvimos paseando por el lugar, disfrutando de las vistas y haciendo algunas fotos; pese a que estábamos prácticamente solos, el paseo habría sido más que agradable si no hubiera hecho un viento frío bastante incómodo.
La pequeña fue prácticamente todo el rato en el cochecito y lo único que le importó cuando la sacamos fueron la cantidad de piedras que había para jugar.
Tras la visita cultural nos dirigimos a la capital de la isla, Maó. La intención era comer por allí y conocer un poco la ciudad. Lo primero que hicimos nada más llegar fue buscar un sitio para comer; tras algunas vueltas valorando las opciones acabamos yendo a una pequeña pizzería llamada MO. Tuvimos que hacer encaje de bolillos con el cochecito, pero acabamos comiendo bastante cómodos y razonablemente bien.
Maó bajo la lluvia… |
Al poco de salir sucedió lo que hacía rato que nos temíamos: cayó un chaparrón tremendo que nos obligó a cobijarnos en la entrada de una tienda cercana a la pizzería. Suerte que la pequeña se había dormido y no tuvimos que preocuparnos por un posible ‘motín’ a causa del sueño.
Estuvimos un buen rato esperando a que amainara y finalmente, viendo que la cosa no tenía pinta de parar, nos acabamos metiendo en un lugar que teníamos delante llamado Es Claustre. Se trata de un antiguo convento que actualmente tiene usos culturales. En la planta inferior hay un mercado de carnes, frutas y verduras que hace más de 100 años que está funcionando en este lugar y que tiene el nombre de Sa Plaça. Aprovechamos que llovía para dar una vuelta y hacer algunas compras.
Finalmente paró y pudimos salir a conocer un poco la ciudad. Por lo general, siempre que llegamos a una ciudad, nos dirigimos a la oficina de turismo para que nos orienten un poco. No obstante, en esta ocasión, la lluvia nos lo impidió y acabamos callejeando de forma aleatoria.
Acabamos llegando al ayuntamiento, donde nos encontramos de bruces con la celebración de Las Fiestas de la Mare de Deu de Gràcia, en la que había caballos, gigantes y muchos lugareños con vestidos típicos. Nos quedamos allí un buen rato observando y viendo el ir y venir de la gente; la pequeña alucinaba, sobretodo con los Gegants… no les quitaba ojo!
Una vez se despejó la plaza, nos fuimos a buscar el coche y volvimos al hotel… con la esperanza de que al día siguiente nos pudiéramos estrenar en las fantásticas playas…
Capítulo anterior: Ciutadella – Fornells – Cavallería
Capítulo Siguiente: Binibèquer – St. Tomàs – Turqueta
Diario de viaje a Menorca: Inicio
Deja una respuesta