Por fin llegó el día de partir de viaje, parecía que no iba a llegar nunca! Tras dejar nuestro coche en el párking de larga estancia de Aena en el Aeropuerto de El Prat nos dirigimos hacia la T1 a esperar pacientemente nuestro vuelo. No sé vosotros, pero por muchas veces que coja un avión, el trámite de facturar (online o presencial), entregar la documentación y pasar los controles me pone algo tenso (y si voy con niños aún más). Solo me quedo completamente tranquilo cuando estoy en la cola para entrar al avión, y no será porque no hemos cogido veces un avión…
Tuvimos un vuelo tranquilo (son poco más de dos horas) y llegamos al aeropuerto de Zagreb a la hora prevista. La recogida del coche de alquiler fue un rato desesperante; era la hora de comer (y no habíamos comido), los niños empezaban a alborotarse y la cola de nuestra oficina de recogida no avanzaba; más de una hora estuvimos hasta que nos lo dieron.
Tras conseguir el coche nos dirigimos a nuestro apartamento a hacer el check-in y a descargar las maletas para después ir a comer algo y empezar nuestra visita a la ciudad, en la que íbamos a estar 24 horas. Comimos algo en los alrededores del apartamento y después de cambiar algo de dinero, cogimos un tranvía para dirigirnos al centro.
Nada más llegar a la plaza Ban Jelacic, con la imponente estatua de Josep Jelacic en el centro, lo primero que hicimos fue dirigirnos a la oficina de turismo, que se encuentra en uno de los extremos, muy cerca de una curiosa fuente hundida en el suelo (fuente Mandusevac). Nos facilitaron un mapa y nos recomendaron dos rutas para conocer los principales puntos de interés de la ciudad: una ruta por la ciudad alta y otra por la ciudad baja. Disponíamos de una tarde y de una mañana para conocer Zagreb, así que decidimos dedicar la tarde a conocer la ciudad alta (Gornji Grad) y dejar la ciudad baja (Donji Grad) para el día siguiente.
Comenzamos la visita visitando la fantástica catedral de Zagreb, con sus impresionantes torres de 105 metros rodeada de una muralla protectora. Continuamos por las adoquinadas calles hasta la plaza donde se ubica cada día el mercado de Dolac (al ser por la tarde ya no estaba abierto, lo visitaríamos al día siguiente). Continuamos por la conocidísima calle Tkalcica, repleta de bares y cafeterías.
Callejeamos sin demasiado rumbo hasta llegar de nuevo a la plaza Ban Jelacic. Aprovechando que habíamos vuelto a este punto, recorrimos un tramo de la Calle Ilica, una de las más largas de la ciudad (antiguamente fue la más larga) hasta que llegamos a la calle Tomic, donde se encuentra el famoso funicular de Zagreb, uno de los más antiguos y cortos del mundo: Sube 30,5 metros y el trayecto dura únicamente 55 segundos, pero evitaba (y evita) tener que subir las imponentes cuestas hasta llegar a la parte alta de la ciudad. Una vez arriba las vistas son impresionantes (y a los niños les encantó)!
No muy lejos de allí se encuentra la impresionante Iglesia de San Marcos, conocida por su peculiar tejado en el que se representan los escudos de la ciudad y de Croacia. Sin duda, esta es una de las imágenes más típicas de Zagreb; en la plaza de San Marcos también se encuentra el Parlamento y Banska dvori, la sede del gobierno y oficina del Primer Ministro.
Se hacía tarde y todos empezábamos a acusar el cansancio del viaje, así que nos dirigimos de nuevo camino a la plaza Ben Jelacic no sin antes pasar por la curiosa Puerta de Piedra, lugar por el que antiguamente se accedía a la Ciudad Alta. La parte exterior estaba en restauración y no la pudimos observar en todo su esplendor, pero su interior es muy curioso porque tiene una pequeña capilla …
Tras este paseo y algunas compras de última hora, nos retiramos al apartamento a descansar.
Ya al día siguiente dejamos el coche preparado y nos dirigimos al centro, de nuevo en tranvía. Tocaba seguir la ruta que nos habían recomendado en la oficina de turismo por la ciudad baja (Donji Grad), pero primero nos dimos un agradable paseo por el mercado de Dolac, en el que incluso hicimos algunas compras.
Donji Grad es totalmente diferente a la ciudad alta: Calles anchas con edificios imponentes por las que pasear tranquilamente. A esta zona también se le conoce como la Herradura Verde por la cantidad de parques y paseos arbolados que la rodean. Durante este agradable paseo vimos el Teatro Nacional, el Archivo Estatal Croata, diversas plazas y el curioso monumento Sol Aterrizado, que es una enorme bola dorada que representa, evidentemente, al Sol; es el epicentro del sistema solar y el resto de los planetas está repartido por todo Zagreb manteniendo las proporciones astronómicas y aritméticas; nosotros solo conseguimos ver una más -suponemos que mercurio- cerca del Teatro Nacional. Aprovechamos también para visitar algún parque infantil y el jardín botánico, que es inmenso y no lo pudimos recorrer entero.
Comimos un bocadillo comprado en la estación (no os esperéis muchos lugares para comer por esta zona…) a los pies de la escultura del Rey Tomislav, primer rey de Croacia, en la grandísima plaza del Rey Tomislav con el Pabellón de Arte en el otro extremo. Me impresionó mucho saber que este Pabellón fue utilizado durante la Expo de Budapest del año 1896 y, tras su finalización, fue desmontado y trasladado a Croacia para construirlo en su actual ubicación. Con la llegada a la plaza Ben Jelacic de nuevo acababa nuestra estancia en la capital del país. Tocaba ir a buscar el coche para desplazarnos al siguiente destino: el Parque Nacional de Plitvice.
Nos quedaron por visitar dos lugares importantes en la ciudad: El cementerio de Mirogj (considerado uno de los más bellos de Europa) y el grandísimo parque de Maksimir, con un zoo en su interior, ambos algo retirados del centro.
Zagreb es una ciudad bonita, agradable para pasear y con un tamaño que permite visitar los principales puntos de interés a pie. No es que sea espectacular pero creo que merece conocerla; además no hay mucho turismo y, pese a ser la capital de un país, no se respira un ritmo de vida frenético.
Puedes revisar todos los posts de Croacia en la guía de viaje.
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