Ya solo nos quedaban dos días (porque al tercero nos íbamos) completos en Cerdeña y, pese a que habíamos hecho unos planes iniciales (que están aquí), una vez sobre el terreno decidimos cambiarlos; del día anterior, en el que fuimos a Bosa, teníamos previsto ir a visitar el Nuraghe que hay cerca de Alghero (Nuraghe di Palmavera), pero no nos dio tiempo, así que había que meterlo como fuera en los dos días que quedaban…
En este día habíamos previsto visitar la playa de La Pelosa (la más famosa de la isla) e ir a comer a Castelsardo. Como esta última parte ya la habíamos hecho y nos quedó pendiente la visita ‘cultural’ del día anterior, decidimos dedicar el día a hacer visitas y al día siguiente, que iba a ser el último, ir a la playa más famosa de la isla. Además, aún no habíamos estado paseando tranquilamente por Alghero; llevábamos demasiado días a golpe de pito y no estaba mal una tarde tranquila de paseo.
Así pues, durante el día de hoy no íbamos a visitar playa; por la mañana visitaríamos el Nuraghe de Palmavera, a continuación la Grutta di Nettuno y por la tarde haríamos algunas compras por Alghero.
Nos encaminamos hacia Capo Caccia para llegar en primer lugar al yacimiento arqueológico que íbamos a visitar: Il Nuraghe di Palmavera. Un nuraghe era una construcción de piedra, normalmente con una torre, que tenía un uso aún no aclarado del todo… hay cientos de ellos por toda la isla y se considera prácticamente obligatorio realizar la visita a alguno de ellos durante el viaje puesto que es uno de sus símbolos.
El complejo di Palmavera está al lado de la carretera que va hacia Fertilia, en dirección a Capo Caccia. Hay que ir con un poco de cuidado porque es fácil pasárselo (no es muy grande). La entrada al sitio es barata (2 euros) y aún así uno llega a plantearse (al menos yo lo hice) si valía la pena haberlos pagado, por mucha visita obligada que fuera. Desde la entrada ya se ve lo que es y lo poco más que se puede hacer en el lugar es entrar un poco a su interior y pasear por entre las piedras… No estuvimos allí más de media hora (y nos lo tomamos con mucha calma!).
Un poco decepcionados de la visita, nos dirigimos hacia Capo Caccia y la Grotta di Nettuno. Hay dos maneras de visitar esta gruta: O bajando los más de 600 escalones que llevan desde arriba hasta la entrada (y luego subirlos, claro) o cogiendo un barco en Alghero que descarga justo en la entrada. Bajar y subir las escaleras es gratis (faltaría más!) y el viaje en barco cuesta unos 8 euros por persona, a sumar de la entrada a la gruta (18 euros del ala).
Nosotros escogimos la opción escalera porque queríamos disfrutar de la experiencia completa, y de las vistas que podríamos tener bajando a pie… Lo cierto es que valió la pena.
Al final los caminos se unen y las escaleras acaban justo donde descarga el barco, que es a escasos metros donde se sacan las entradas. Lo primero que se ve es esto:
Al estar donde están comprendimos por qué cuando hace mal tiempo el acceso no está permitido: debe entrar agua! además, dudo que los barcos pudieran descargar a los pasajeros.
Cuando estábamos a punto de comenzar a bajar nos resultó curioso ver carteles en Inglés, italiano… y catalán! Cuando estábamos comprando las entradas, donde ponía cómo actuar en la visita también estaba, así que nos hicimos la ilusión de que igual el guía también hablaba en un idioma sencillo para nosotros (luego nos llevamos un considerable chasco…).
No es posible hacer la visitade forma individual y se realiza en grupos bastante numerosos con un guía que habla únicamente en italiano y en inglés (de ahí el chasco :P). Al principio todo es un poco estrecho, con el techo bajo, pero en seguida se llega a una sala muy amplia en la que explican un poco la composición, algunas curiosidades y luego ya empiezan a comentar las curiosas formas que se pueden encontrar…
El ser un grupo tan numeroso dificultaba que todos pudieran ver lo que estaba comentando el simpático (ejem) guía, así que es recomendable estar cerca suyo; para oírlo no hay problema.
Tras subir unas escaleras, el guía seguía con la explicación, en un lugar con los techos muy bajos que obligaban a la mayoría de la gente a ir agachada. Aquí fue donde nos llevamos el mayor chasco, ya que, tras una locución, el guía comenta que continuando el circuito se llega a las mismas escaleras que habíamos subido y que había que deshacer el camino y finalizaba la visita… Nosotros habíamos leído que las grutas eran muy grandes, aunque no todo estaba abierto al público (como es lógico, claro), pero la visita no duró más de 35 – 40 minutos…
A todo esto, la pequeña se durmió nada más entrar y se quedó sin ver al Dragón en su cueva… aunque luego dijera que sí que lo había visto, jaja.
La visita llegó a su fin y tocaba volver… ahora venía lo más duro; subir los más de 600 escalones! A esto, además, había que sumarle que era medio día y hacía un calor considerable.
Tras la dura subida y después de descansar un rato arriba, para variar se nos había hecho tarde para comer, así que nos fuimos pitando hacia Alghero a ver qué encontrábamos… nuevamente, siguiendo lo que decía la guía, intentamos ir a un restaurante recomendado del centro histórico (que precisamente encontramos por casualidad), pero justo acababan de cerrar (13.45). Por suerte, justo delante había otro en el que sí que pudimos sentarnos a comer unas pizzas y un arroz a la cubana para la pequeñaja.
Durante el regreso de Capo Caccia pasamos por el puerto de Alghero, donde había instalada una pequeña feria de atracciones, y estuvimos hablando con la enana que por la tarde iríamos… Cuando estábamos en el restaurante, teníamos al lado una mesa con una mujer mayor y varios jóvenes; a la señora le hacía gracia la niña y al final la peque comenzó a explicarle cosas (no se entendían ni en broma), hasta que al final le decía que había visto la feria y que por la tarde íbamos a ir… entre gestos, palabras en inglés y otras artimañas, conseguimos explicarles lo que la niña decía. Cuando por fin nos conseguimos entender, la señora nos dijo que uno de los chicos que estaba con ella trabajaba en la feria, así que si más tarde nos pasábamos la podríamos subir gratis… estábamos flipando!
Después de comer nos fuimos al hotel a descansar y a darnos un baño en la piscina, que prácticamente no la habíamos ni catado. Luego, nos dimos una ducha y volvimos a bajar a Alghero, directos a la feria. Cuando llegamos aún estaban abriendo, así que nos fuimos a dar una vuelta por el casco antiguo, a comer un helado y a comprar algunos regalitos.
Cuando volvimos a la feria éramos algo escépticos de encontrar a esa gente allí, pero no, allí estaba el chico y le hizo ilusión vernos y todo! La niña se subió gratis varias veces, cumpliendo la palabra que nos habían dado en la comida (a todo esto, cada viaje valía 1,5 euros, no los 3 que cobran aquí…).
Tras esta curiosa historia, nos fuimos de nuevo al hotel a cenar tranquilamente (muuuuy tranquilamente porque las cenas se alargaban demasiado…) y a descansar.
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