Comenzaba un nuevo día y hoy tocaba irnos hacia el sur, a visitar uno de los pueblos más bonitos de la isla y a disfrutar de su playa de aguas más que tranquilas: Bosa y Bosa Marina.
Para llegar a esta zona es más que conveniente o, mejor dicho, es prácticamente obligatorio, ir por la carretera de la costa aunque sea un recorrido un poco más largo que por el interior ya que el paisaje bien lo merece: Acantilados, montañas, el mar y la carretera por medio zigzagueante…
En cuanto llegamos a Bosa Marina, donde no había mucha gente (afortunadamente), volvimos a encontrarnos con una zona de aparcamiento plagada de azul (toda la carretera que bordeaba la playa, a ambos lados). Lo evitamos fácilmente metiéndonos una calle más adentro, en zona de viviendas, donde el aparcamiento era libre.
La playa de Bosa Marina es muy grande, tanto en amplitud como en anchura. Como es habitual en toda la isla, el agua es cristalina y, tal y como se puede observar en la foto, vigila una torre similar a la que había en Santa Teresa y por muchos otros sitios de Cerdeña.
A la hora de comer nos dirigimos hacia Bosa, el pueblo. No teníamos ni idea de dónde íbamos a comer porque, para variar, íbamos tarde y encima no teníamos referencias del lugar. Tras callejear un poco nos metimos en un bar en el que hacían paninos y fue una decisión acertadísima! Tanto la camarera como el señor que hacía los bocatas eran encantadores, nos trataron de maravilla y la comida estaba buenísima, y eso que eran solo unos bocatas! Era muy curioso ver al señor prepararlos, lo hacía con mucho esmero, como si fuera un arte. Salimos bien satisfechos, en todos los sentidos (porque además nos salió económico). No tengo ni la dirección ni el sitio exacto, pero estaba cerca de la Via Ginnasio, al lado de una iglesia.
El pueblo es muy conocido por sus coloridas casas y por su castillo, así que nos dedicamos a callejear un poco sin rumbo por su casco antiguo; al castillo descartamos subir por falta de tiempo y porque íbamos con pinta de playeros…
Panorámica del pueblo, donde se aprecian claramente las casas de colores y el castillo a lo alto.
Durante el trayecto de vuelta, ya que íbamos más tranquilos, aprovechamos para ir parando en algunos miradores y hacer algunas fotos.
Nos fuimos al hotel, ducha rápida y hacia Alghero a visitar su centro histórico. A ver si es tan bonito como dicen!
Sí que es bonito sí… pero también es una zona de las que yo llamo ‘a la caza del turista’, pero en sitios así ya se sabe…
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