Nuestra primera parte del viaje tocaba a su fin y, muy agradecidos por el trato recibido en el Hotel La Funtana, emprendimos nuestro viaje hacia Alghero; en nuestro planning inicial la intención era ir directos hasta allí, comer allí y pasar la tarde por la ciudad; no obstante, consideramos que era mejor hacer un cambio al ver como habían ido estos días en la isla.
El planning del día entonces sería ir hacia Alghero, tal y como estaba previsto, aunque haciendo parada en Castelsardo, de forma que no tuviéramos que desplazarnos de nuevo hacia arriba (está a medio camino). Empezamos pues, el trayecto hacia Castelsardo, con un día fantástico hasta que llegamos a nuestra primera parada: la roccia dell’elefante. No deja de ser un trozo de piedra al lado de la carretera que, depende cómo se mire, tiene forma de elefante (de cerca no…). Es un lugar curioso en el que pararse a hacer 4 fotos y poco más, porque no hay nada más…
Continuamos pues, tras las fotos de rigor, nuestra excursión hacia Castelsardo, que ya estaba cerquita… Cuando llegamos al pueblo empezamos a buscar aparcamiento; la calle principal y las que iban dirección al castillo, era todo zona azul, así que seguimos avanzando… acabamos aparcando al lado de una playa pequeñita, con un agua impecable y muy poquita gente. Aquí el aparcamiento ya era gratuito 🙂 Lo cierto es que si podemos evitar pagar por aparcar, lo evitamos, jeje…
Una vez ‘descargados’ emprendimos el camino hacia el castillo. Descartamos el cochecito viendo las cuestas que había por todos sitios, así que Manduca y, p’arriba! Acabamos llegando al casco antiguo y a la entrada del castillo bastante acalorados.
Las vistas ya por aquí eran alucinantes; entramos al castillo (valía 2 euros por persona) y nos dimos un paseo por las salas interiores (que tienen poca cosa a mostrar: básicamente utensilios de mimbre, que parece ser son típicos de la zona) y, posteriormente, por las terrazas, más que nada a disfrutar las vistas…
Al salir del castillo nos dirijimos a comer siguiendo las indicaciones de nuestra Lonely Planet (luego vimos que no éramos los únicos llegados allí por la guía) al restaurante La Guardiola donde comimos un menú ‘turístico’ (qué poco me gusta esa palabra), en la que no entraba la bebida, aunque sí el cubierto, por 16 euros. Nos arriesgamos a que la pequeña comiera de nuestra comida sin saber si los platos eran muy abundantes… y justica fue la cosa. Eso sí, el lugar tenía unas vistas espectaculares, tal y como se puede ver a continuación:
Justo al lado había un sitio, mucho más económico, en plan comida rápida, que tenía unas vistas similares 😛
Después de comer estuvimos callejeando un poco por el casco antiguo y luego fuimos a buscar el coche para llegar a nuestro destino lo antes posible, y aún quedaba un trecho.
Pusimos las indicaciones de nuestro hotel en Alghero (Alghero Country Resort) y por momentos, tuvimos nuestras dudas de donde estábamos yendo, porque acabamos en una zona la las afueras, rodeados de campo y una especie de urbanizaciones hasta que, cuando estábamos ya a punto parar y ver qué hacíamos, vimos un cartel del lugar.
El lugar, muy aislado y súper tranquilo, era muy bonito. Nos pusieron en una habitación en lo que antiguamente habían sido los establos, o algo similar… El personal del hotel era encantador, las cenas eran fantásticas en cuanto a calidad (llevábamos media pensión y cenar allí era MUY caro… nos salió muy a cuenta!), aunque tardábamos una eternidad en cenar (tranquilamente 2 horas), el entorno fantástico, la piscina correcta y los dos únicos ‘peros’ que le encontramos: Escuchábamos absolutamente todo lo de la habitación contigua y había poco sitio para guardar la ropa; solo el armario y las mesitas; ni cajones ni nada más…
Al final solo estaba a unos 5 minutos del centro de la ciudad, así que ir y volver no se hacía para nada pesado; cuando nos hubimos instalado, nos dimos un baño rápido en la piscina y nos fuimos a conocer Alghero. Una vez allí, mientras paseábamos por el paseo, pudimos disfrutar de otra puesta de sol fantástica. Esta vez, el sol se iba a dormir en Capo Caccia.
Tras una pequeña vuelta para tomar contacto e ir a la oficina de turismo a recoger algún mapa y que nos indicaran los puntos de interés, nos volvimos hacia el hotel. Cuando estábamos en la oficina de turismo hablamos en catalán con la chica de allí. Pese a que los nombres de las calles están en un catalán (diferente), nadie lo habla. Esta ciudad ha estado vinculada históricamente con Catalunya (y Barcelona en particular) porque en la edad media, los colonos que repoblaron la ciudad venían de la ciudad condal.
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